La magia no crea ni destruye sentimientos; esta regla subyace a todo el credo wiccano.
Este encantamiento no promete milagros, simplemente pretende eliminar cualquier bloqueo energético que oprima tu necesidad de amor.
No hará que te acerques a un ser querido, ni hará que ames a la primera persona que pase, pero quitará esa energía negativa que te impide vivir bien contigo mismo y con tu necesidad de amor.
Ingredientes:
- Ir a un río, arroyo u otra vía fluvial
- Unos cuantos granos de sal de roca.
- Una de sus prendas (para tirar).
- Una palangana (no de plástico).
Procedimiento:
En un bonito día de sol, camine por un canal de agua ( río, arroyo, riachuelo, zanja) lo importante es que sea agua en movimiento, no estancada.
Arrodíllate en la orilla y llena la cuenca hasta la mitad con agua corriente.
Al llenar la cuenca, agradecer a la Diosa o Dios del río para lo que vas a hacer.
Entonces recita
Oh, Diosa,Le agradezco
por el don de la vida
que fluye en esta agua,
frente a mí.
Ahora vierte los granos de sal que has traído de casa en la palangana, llena hasta la mitad.
Lleva el cuenco por encima de tu cabeza y di estas palabras:
«Oh, madre, estás en todas partes a mi alrededor,
aliviar el dolor de mi corazón.
Curar las heridas
y lléname de amor,
para que esta hija tuya
puede volver a amar».
Ahora lleva el cuenco a la altura de tu corazón y colócalo sobre tu pecho.
Imagina que una mano cálida y suave te acaricia y elimina los bloqueos.
Escucha el viento a tu alrededor, los pájaros, el agua fluyendo e imagina que se lleva todo el sufrimiento, todas las decepciones del pasado.
Es esencial que percibas estas sensaciones con claridad.
Ahora sumerge una de tus prendas en la palangana y deja que se empape, absorbiendo el dolor que has transferido al agua.
En este punto está listo para verter todo el contenido de la cuenca ( incluyendo su prenda) en la corriente de agua y ver cómo es arrastrado.
Visualiza que tu dolor y tu bloqueo se van, arrastrados por la corriente.
Ahora levántate y agradece a la Diosa, o si lo prefieres al Dios del río, de nuevo.
Dale la espalda al río y a tu dolor, para siempre.
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